En el mundo del futbol cualquier cosa es posible, incluso acabar con la “santidad” de un terreno que parecía intocable como lo es el del Estadio Azteca. Han pasado 15 años desde aquel inolvidable ‘Aztecazo’, en la que Costa Rica se alzó con una victoria por 2-1. Los tiempos han evolucionado y esa gran fortaleza que representaba jugar en casa se ha ido diluyendo, tal vez por la cantidad de exponentes europeos a los cuales podría estarles pesando en parte las condiciones de la altura de 2,250 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m) de la Ciudad de México.
Más allá de una posible sanción de veto por el famoso grito, la Federación Mexicana de Futbol se encuentra analizando alternativas de cancha en la búsqueda de expandir el horizonte como ya ha ocurrido en otras ocasiones.
A lo largo de su historia, la selección mexicana de futbol ha disputado 13 partidos eliminatorios en el interior de la república. Aguascalientes, Monterrey, Pachuca, San Luis, Toluca, Torreón y Tuxtla Gutiérrez fueron las ciudades que fungieron como testigos.
La eliminatoria hacia Alemania 2006 marcó un hecho sin precedentes, ya que 6 de los 9 juegos se realizaron fuera del Estadio Azteca. Estas son las opciones principales que se vislumbran en el panorama:
Monterrey
La afición más apasionada y leal de este país se encuentra en esta ciudad dividida por Tigres y Rayados. ¿Por qué no darles estas maravillosa oportunidad?. La reciente inauguración del Estadio BBVA Bancomer (Rayados) representa un marco inmejorable para la celebración de grandes partidos con su capacidad para albergar a 51,000 personas.
Si bien, el ícono más emblemático de Monterrey es el Cerro de la Silla, la altura de la ciudad apenas roza los 530 m.s.n.m. . El precio promedio de una entrada el torneo pasado fue de $425.13 debido a que los lugares se llenan por la venta de abonos por temporada.
Estadio Universitario (Tigres): Cuenta con una capacidad para 42,000 personas. La última ocasión que el Tri jugó en este inmueble durante las eliminatorias fue el 21 de junio de 2008 con una victoria de 7-0 sobre su similar de Belice y un lleno total.
Guadalajara
Increíblemente esta ciudad tan futbolera con una altura de 1,566 m.s.n.m. no ha tenido el privilegio de recibir un partido de esta categoría eliminatoria. El modernista Estadio Chivas (Omnilife) bien podría hacerlo con su capacidad para 45,000 espectadores. El precio promedio de una entrada para el último clásico Chivas-América rondó $825 pesos y en un partido normal estuvo por encima de $350 motivo por el cual los precios podrían estar muy elevados para el público. El único antecedente para este estadio es un amistoso el 4 de septiembre de 2010 frente a Ecuador.
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Torreón
El Estadio Corona ya fue partícipe de este proceso con el encuentro llevado a cabo el 16 de octubre de 2012 en el que el Tri venció 2-0 al Salvador con una asistencia de 26,333 espectadores, es decir el 87.78% del total. Los precios estuvieron en un rango de $300 a los $1,000 pesos correspondientes al acceso al restaurante. El estadio enclavado en una ciudad con una altura de 1,120 m.s.n.m. tiene la capacidad para albergar a 29,327 personas. Un juego de liguilla está cotizado en $418 pesos en promedio.
Tuxtla Gutiérrez
El Estadio Victor Manuel Reyna en Chiapas contó con la experiencia del partido eliminatorio efectuado el 10 de septiembre de 2008 ante Canadá con una asistencia de 26,900 espectadores, lo que representa el 96.07% de su capacidad para 28,000 personas. Tuxtla Gutiérrez se encuentra a una altura de 522 m.s.n.m. El precio promedio durante un partido de gran categoría ante América fue de $540 pesos.
El peso del Estadio Azteca
En la presente eliminatoria, el Estadio Azteca contó con un precio promedio de $553.33 en el juego ante el Salvador, de $580 ante Canadá y de $327.14 con Honduras. Al primer juego acudieron el 57,623 personas (59.4%) , al segundo 64,430 (66.42%) y al tercero alrededor de 40,000 (41.24%) de las 97,000 localidades disponibles actualmente en el Azteca.
Estos precios de las entradas nos reflejan lo que podían cobrar cada uno de los equipos con tal de aprovechar la mina de oro tricolor, pero también por cubrir los gastos que con ello conlleva.
