Por Eduardo Rangel
Los megaeventos deportivos han sido catalogados en los últimos años como un derroche impresionante de dinero ya que los supuestos beneficios que se podrían adquirir para el país/ciudad anfitrión no son necesariamente benéficos para la comunidad, ni mucho menos para el deporte. Lo único que vemos con mayor determinación y crecimiento es el espectáculo.
Cabe señalar, y no es un secreto, que Estados Unidos ha estado pidiendo a gritos ser anfitrión para un Mundial de futbol por segunda ocasión. El país de las barras y las estrellas organizó la justa en 1994 y con ello logró tener una liga profesional de futbol, la MLS, que con el tiempo va posicionándose como un torneo competitivo pero todavía es considerada como una competencia para el retiro de algunos futbolistas, pero 22 años después, Estados Unidos busca demostrar que lo suyo va más allá de organizar el Super Bowl.
Un Mundial de futbol trae consigo efectos económicos interesantes. El beneficio de hacer una Copa Mundial es que la reactivación económica del país anfitrión genere aproximadamente un crecimiento económico del 2%, pero no siempre son beneficios y muchas veces no aplica en todos los casos. Por ejemplo, Brasil ha tenido bastantes problemas, pues su Mundial en 2014 no sólo reflejo ser uno de los más polémicos por las protestas sociales, también fue uno de los más caros con un costo total de más de $15,000 millones de dólares según Business Insider. Con ello, notamos que en el 2014 Brasil consiguió un crecimiento económico del 0.1% y en el 2015 de -3.7%. El riesgo existe pero Estados Unidos necesita esa nueva forma de reactivar su economía.
¿Cuánto gana el campeón de la Copa América Centenario?
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Para esta edición de la Copa América Centenario el negocio ha tenido un impacto muy importante en muchos sectores, dentro de este conjunto destacan los derechos televisivos en donde se estima un valor de 581 millones de dólares, según El Economista, con una audiencia estimada de más de 200 países y más de 560 millones de televidentes. A esto le podemos sumar la exposición de marca que ha proyectado el torneo, hablamos de nombres como Nike, Coca-Cola, State Farm, Sprint, Delta Air Lines y Anheuser-Busch negociados por Soccer United Marketing (SUM) y las últimas incorporaciones Samsung, Tag Heuer y Makita.
La unión de CONCACAF y CONMEBOL para esta edición del torneo motivó a muchos, pero la afluencia en los estadios no ha sido la esperada con un 55% de asistencia promedio; cifras bastantes pobres para un evento importante y donde no todo se debe a los estadios de gran capacidad (el más pequeño con más de 60,000 butacas) ni a las selecciones con menos seguidores (En EE.UU. viven 830,000 personas con herencia de Haití según el US Census, la menor cantidad de las otras 15 naciones del torneo), sino al concepto que engloba la Copa América pues no logra todavía ese alcance mediático o de atracción definitiva en el país de América del Norte.
Entonces, ¿Estados Unidos está listo? Probablemente sí, pues tienen gran experiencia en organización de eventos así como la infraestructura necesaria. Pero cada Mundial implica inversión y mayor convencimiento del público. Estados Unidos es bueno organizando sus eventos, sus espectáculos, su gente… la Copa América Centenario sólo es el examen de un posible Mundial, así que todo cuenta y nada se olvida. Que no nos sorprenda ver después un Mundial en el norte de América, en donde Estados Unidos intente conquistar ese deporte que lo tiene todavía fuera de los primeros lugares.